¿Qué tienen en común –más allá de la fama– el rey del rock and roll, Elvis Presley; la bella actriz, cantante y bailarina Catherine Zeta-Jones; y el deportista Sage Kotsenburg? Una pista: los une el amor por un alimento. Pero no cualquier alimento. Este puede ser consumido en el desayuno, almuerzo o cena. Puede ser parte de entradas, platos principales y postres (y de una gran variedad de productos también). Se trata de la deliciosa –y, al mismo tiempo, peligrosa– tocineta.
Esta pasión los une con el 65% de estadounidenses que, hace tres años, manifestaron a Smithfield Foods que apoyaban a la tocineta –también conocida en español como panceta, tocino o beicon– como el alimento nacional. Y, sin embargo, su país no es el que más consume este producto proveniente del cerdo. De acuerdo con cifras publicadas en el portal de noticias de agricultura, AgWeb, en 2013, en China se consumieron casi siete veces más las 8,6 millones de toneladas de tocineta que se consumieron en Norteamérica.
Es precisamente allí, en China, donde se cree nació, en el año 1500 antes de Cristo, el concepto de tocineta, tal como lo conocemos hoy. Más hacia nuestros días, de acuerdo con información publicada en el portal Love Pork, hay registros que datan del año 200 AC de romanos consumiendo tocino. Incluso, se cuenta que el militar y político romano, Julio César, llevó el suyo cuando invadió Gran Bretaña, en el 55 AC.
¿La razón por la que la consumían nuestros antepasados? El alimento curado o conservado les proporcionaba su única fuente de proteína durante los largos y duros inviernos. Y es que dos rebanadas de tocineta a la parrilla (que representan 1.75 onzas o 50 gramos), aportan aproximadamente 0.45 onzas o 13 gramos de proteínas.
También tienen una alta carga de carbohidratos. Lo que hace a este alimento no solo bueno para los guerreros sino también para disminuir los efectos negativos luego de consumir grandes cantidades de alcohol. Es decir, ayuda en la resaca. Y también es beneficioso para el desarrollo del feto en mujeres embarazadas, debido a que contiene colina, sustancia que contribuye al desarrollo del lado del cerebro relacionado con la memoria.
Sin embargo, su consumo debe ser moderado pues, de lo contrario, podrían generarse respuestas neurológicas adictivas. Tal como sucede con las drogas. Algo que debería cuidar, por ejemplo, Matt Stonie: el joven de 22 años que se comió 182 rebanadas de tocineta en cinco minutos y, con esto, rompió el record mundial. Él, sin embargo, no se define como “adicto a la tocineta” sino como “amante de la tocineta”.
Lo cierto es que más allá de cuidarse de una adicción no deseada, los que como Matt Stonie sientan una debilidad por la tocineta –la crujiente y sabrosa tocineta– deben cuidar también sus vidas. En 2015, la Organización Mundial de la Salud por primera vez se alineó con investigadores del cáncer y dijo que las carnes procesadas –entre ellas, la tocineta– están dentro del grupo #1 de sustancias cancerígenas, junto con el tabaco, el alcohol, el arsénico y el amianto. La solución es disminuir su consumo. Es decir: no hacer lo que hizo Matt Stonie.
Sin embargo, usted podrá seguir celebrando, este año, el Día del Tocino, que, en Estados Unidos, es el sábado antes del Día del Trabajo (el primer lunes de septiembre). Con moderación, por supuesto. De la misma manera en que lo haría en cualquiera del 62% de restaurantes de los Estados Unidos que tienen a la tocineta en sus menús, principalmente en desayunos, hamburguesas o sándwiches.
Si no se quiere arriesgar, también puede optar por recurrir a aquellos productos que han reproducido su sabor y su aroma: hay desde perfumes, hasta pastas dentales, pasando por preservativos y golosinas.
Pero no se deje engañar. La tocineta no siempre es la mala del cuento. Según un estudio publicado por la Carnegie Mellon University, la lechuga sería mucho más perjudicial, al menos para el medioambiente. Y es que, aparentemente, para producir el vegetal se desprenden a la atmósfera más gases invernaderos de los que se desprenden en la elaboración del tocino. Pero, aún así, para alcanzar las calorías que aporta dos rebanadas de bacon, hace falta ingerir dos lechugas iceberg enteras.
Artículo de Andreina Itriago
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